viernes, 31 de mayo de 2013

LUNA SIN SONRISA

Saltaba de nube en nube, impulsado por aquella fuerza llamada miedo, sentía a su corazón latir tan fuerte que en cierto momento pensó que aquel desordenado órgano estallaría. La noche le resultaba mágica y en una de tantas nubes se sentó a pensar... Pensaba en aquella dama que había visto en sus sueños, aquella ninfa que danzaba en su mente, no era más que un recuerdo fugaz que se hacía presente en cada parpadear.


Tierna dama que viste de deseo su cuerpo, dulce condena que se me ha vuelto el anhelar sus besos y reposar mi cuerpo sobre aquel manto tibio que calme mi sed, no soy más que un dragón sin historia, que un caballero sin guerra; perdí el rumbo esa noche que a los ojos mire a esa medusa de tentaciones, a esa afrodita bendita que en sus labios encarnaba... perdí la capacidad de sentir, de mirar a los ojos y purgar de pudor su piel.

Dulce fiera que entre sus ojos aplaca, nefasta cazadora que se viste de dulzura, quimera de placer que entre mis pecados banales te arropas, dama sin corazón, dama sin compasión, que a los poetas engañas y sus cantos deploras; dama que entre cadáveres de recuerdos se deleita con los llantos de sus amantes olvidados.

Provocadora de remolinos mentales y constantes insomnios, devastadora mirada traes como arma; heme ante ti como tu rival esta mañana de penas olvidadas, déjame beber de tu cuerpo fiera musa y escribirte trágicos versos sin sentimientos. Yo soy la espada que se hunde en tu cuerpo, soy tus pecados con cuerpo.

No puedo hablar más de ella, viendo que hasta mis palabras le pertenecen he de contar que no soy más que un frío aire que se esconde en su alma. A ella le gusta pasear de vez en cuando por el camino destapado que dirige a mi casa, recoge algunas frutas en el campo y siempre huele a mañana fresca, le gusta mirar al cielo cuando llueve, y salir al sol cuando el bosteza. Siempre ha sido una mujer de besos robar y ropas quitar, una mujer de suaves caricias, y un sexo delicioso.

Hablar de ella y de mí siempre es redundancia, ella escribe y yo me enamoro, ella vive y yo la acaricio, ella ama y yo soy su víctima.
Cada mañana sus ojos cafés siempre están plagados de lujuria, de desvelo, de vida y un poco de locura.

Lenta, despiadada, incesante, asesina, pero si tengo que pensar en algo, pienso en ella, como una cuchilla lenta, como nuestra primera luna, como nuestro primer desvelo, como nuestra primera cita, como nuestro primer adiós, como nuestro primer reencuentro... Ella vive acá, en el centro de mi corazón, como un fantasma, como la desesperación, tan adictiva como las pastillas, el tabaco, el opio.

Su placer es mi vicio, sus labios mi droga, mi abstinencia es recordarla al punto de sentirla en las madrugadas, mis sábanas la lloran, mi cocina la extraña; no soy yo sin su voz, solo soy su un despojo de mortal sin alma; mi alma se fue en su solapa guardada. Miro esa luna que me mira sin la sonrisa que ella le regalaba, cuento estrellas muertas que se apagan al verme solo extrañando su recuerdo.

Un recuerdo devastador que me destrozó el alma, un alma que es de ella, una luna sin sonrisa me dejó tras su partida, ella danza yo la deseo una vez más bañando de placer mi cuerpo.